Jueves 10 Jul 2014 | 12:04 pm
Buenos Aires (AICA): Los obispos argentinos hicieron un llamado a la unidad y al diálogo entre los argentinos para superar las diferencias y los desencuentros e instaron a seguir construyendo la Nación desde los valores cristianos y recordaron, citando documentos de la Conferencia Episcopal Argentina, que “la Nación es un don y tarea que exige anteponer el bien común a los intereses personales y sectoriales”. En las homilías de los tedeums de acción de gracias y en mensajes por la fecha patria, los prelados apelaron a la exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, del papa Francisco, para advertir sobre la “globalización de la indiferencia” que también cala en el realidad social del país y reclamaron a las autoridades nacionales, provinciales y municipales trabajar para poder celebrar un bicentenario 2010-2016 en justicia y solidaridad.
Los obispos argentinos hicieron un llamado a la unidad y al diálogo entre los argentinos para superar las diferencias y los desencuentros e instaron a seguir construyendo la Nación desde los valores cristianos y recordaron, citando documentos de la Conferencia Episcopal Argentina, que “la Nación es un don y tarea que exige anteponer el bien común a los intereses personales y sectoriales”.
En las homilías de los tedeums de acción de gracias y en mensajes por la fecha patria, los prelados apelaron a la exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, del papa Francisco, para advertir sobre la “globalización de la indiferencia” que también cala en el realidad social del país y reclamaron a las autoridades nacionales, provinciales y municipales trabajar para poder celebrar un bicentenario 2010-2016 en justicia y solidaridad.
Mons. Alfredo Zecca (Tucumán):
“Si no hay unidad no hay nación. Así de simple y así de dramático. La común identidad que, de ninguna manera es uniforme sino plural, es una exigencia indispensable para ser pueblo, para ser nación. Más aún, es precisamente esa unidad la que nos permite abrirnos al mundo con rostro propio, con fortaleza y vigor, con un proyecto definido y comprometido para beneficiar a todos y, al mismo tiempo, proteger especialmente a los más vulnerables… No afirmo esto por razones meramente históricas. Lo afirmo porque, precisamente, Dios y la religión son la clave de bóveda de una cultura, clave donde se decide, para bien o para mal, el destino de una nación. Al reconocer nuestros Padres a Dios como ‘fuente de toda razón y justicia’, lo reconocieron como el fundamento más profundo de nuestro ser nación, destinado a influir, necesariamente, en todos los restantes ámbitos de la cultura. No es lo mismo, en efecto, edificar un pueblo desde Dios, que intentar hacerlo sin Él”.
Mons. Juan Alberto Puiggari (Paraná):
“Tenemos que pedir la gracia para renovar nuestro entusiasmo por construirla juntos y curar cuidadosamente sus heridas y como insiste nuestro querido papa Francisco trabajar y crear la cultura del encuentro, refundando con esperanza nuestros vínculos sociales… Es el momento de la magnanimidad, humildad y renuncia que distinguieron a nuestros próceres para que todos, sin excepción, nos sintamos pequeños obreros en la construcción de la Patria. Hay que ponerse la Patria al hombro, a hacerse cargo de su pasado, presente y futuro; a forjarlo de la memoria de sus raíces, de sus convicciones más profundas apelando a la creatividad y al compromiso para construir una nueva Nación”.
Mons. Héctor Aguer (La Plata):
“El papa Francisco enseña que una cultura en la cual cada uno quiere ser portador de una verdad subjetiva vuelve difícil que los ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y deseos personales… Este defecto determina el relativismo religioso y ético, se vincula con ideales egoístas y con una especie de globalización de la indiferencia, que acrecienta las desigualdades sociales y expulsan muchos ciudadanos al desierto de la exclusión... Aun en el paganismo, la organización política incluía la dimensión religiosa. Por otra parte, la experiencia demuestra a qué grado de deshumanización han llegado los regímenes ateos".
Mons. Carlos José Tissera (Quilmes):
"Herederos de los hombres de Tucumán, a casi 200 años, queremos construir la Nación eligiendo el camino de ser un pueblo que opta por incluir a los más desprotegidos y a los 'descartables' de la sociedad del consumismo; un pueblo donde nos reconozcamos necesitados unos de otros, para edificar sobre la roca sólida de la justicia, la verdad, la honestidad, el trabajo digno, el respeto mutuo y el diálogo... Hoy damos gracias a Dios por esta Patria que como una madre nos acoge y nos cobija, y le pedimos ser Nación, 'una Nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común'".
Vicente Bokalic CM (Santiago del Estero):
“Las experiencias pasadas y presentes nos hacen experimentar que por el camino de la controversia se profundizan los conflictos, y esto perjudica especialmente a los más pobres y excluidos. Animémonos a profundizar la búsqueda de consensos en cuestiones que hacen a la vida de todos los santiagueños. En este sentido el diálogo como actitud y metodología debe avivar en nosotros la capacidad de proponer ideas y escuchar otras propuestas, intentando reforzar lo común y no acentuar lo que se contrapone, renunciando siempre a la imposición del interés propio sobre el bien común… La Nación es don y tarea que exige anteponer el bien común por sobre los intereses personales y sectoriales”.
Mons. Luis Collazuol (Concordia):
“Si nuestra historia nacional está plagada de conflictos, si aún estamos en deuda con las etnias aborígenes, si profundas desigualdades y exclusiones caracterizan nuestra configuración social, si hay una justicia largamente esperada, sin embargo esta realidad no nos impide ver el horizonte de solidaridad hacia el cual Dios nos llama. Por eso en este día nuestra oración se hace también súplica: ofrecemos nuestro esfuerzo y buena voluntad a Dios, pidiéndole que su Sabiduría divina nos ilumine el camino a recorrer como Nación, incluyendo a todos los que habitamos en esta generosa tierra. La gracia de Dios nos dé fuerzas para andarlo con magnanimidad”.
Mons. Miguel Ángel D’Annibale (Río Gallegos):
“Como el ciego al borde del camino, cada uno de nosotros ve un poco más allá, vislumbra cómo se puede seguir construyendo un país independiente… Que podamos ver y compartir los deseos y sueños de quienes hoy siguen migrando a esta provincia en busca de un trabajo digno para sostener sus familias. Que podamos ver las necesidades de los pobres y excluidos y nos comprometamos para que puedan estar mejor. Que podamos ver las aspiraciones de nuestros jóvenes y los acompañemos, ofreciéndoles posibilidades de estudio y trabajo y ayudándolos para que puedan salir - si han caído o elegido ese camino- del flagelo de la droga hoy tan presente en nuestras ciudades… Que podamos ver el camino para seguir construyendo una patria de hermanos, donde prime la justicia, la paz y el diálogo”.
Mons. Martín de Elizalde (Nueve de Julio):
“Hay un clamor en nuestra sociedad argentina por mayor justicia e igualdad de oportunidades, y el ya cercano bicentenario de la Independencia, en 2016, es una ocasión que Dios nos presenta para cumplir con esta tarea inconclusa todavía, para pagar esta deuda de humanidad… Frente a la magnitud de los desafíos, es la misión – y qué noble y bella misión es esta – confiada a los gobernantes y a los políticos, disponer desde el manejo honesto y eficiente de la cosa pública, todo lo necesario para mejorar la situación de los más afectados y débiles y hacer lo posible para que toda la familia argentina pueda alcanzar el cumplimiento de sus legítimas esperanzas. Pero no es una tarea de tecnócratas, solamente, para hacer funcionar una especie de máquina, que sería la sociedad, sino la puesta en común de las inteligencias y de las voluntades, de las capacidades y de las fuerzas, desde la integralidad de una concepción del hombre que haga justicia a su condición tan noble y lo encamine hacia su destino”.
Mons. Ricardo Faifer (Goya):
“Una de las grandes tormentas es la deuda externa, y que la economía es un tema central en la vida de los pueblos, pero debe estar al servicio del bien común, del crecimiento integral de las personas y en el marco de la justicia… La sociedad necesita actitudes que expresen el deseo de ser una Nación… ‘Cuando los líderes de diferentes sectores me piden un consejo, mi respuesta es siempre la misma: diálogo, diálogo, diálogo’. La única forma en que los pueblos avancen, es con la cultura del encuentro, enfatizando que el otro siempre tiene algo que darnos cuando sabemos acercarnos a él con actitud abierta y disponible y sin prejuicios, lo que definió como humildad social. Hoy, o se apuesta por el dialogo, por la cultura del encuentro, o todos perdemos”.
Mons. Oscar Ojea (San Isidro):
“Nosotros los obispos hemos sacado un documento sobre ‘El Bicentenario en justicia y en libertad’. Un bicentenario sin excluidos. Un bicentenario que pueda ser un verdadero grito de libertad y la libertad, creo, expresa el anhelo fundamental de este pueblo que nace a esa libertad el 9 de julio. La Iglesia quiere que en cada aniversario patrio, nosotros pongamos nuestro pensamiento en los rostros y en las realidades de las personas y de las familias que constituyen nuestra Patria. Ellos son nuestro presente y los chicos son nuestro futuro”.+
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