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jueves, 1 de julio de 2010

MONSEÑOR STOCKLER EXPRESO SU APOYO A LA MARCHA DEL 13 DE JULIO


Mons. Stöckler expresó su apoyo a la marcha del 13 de julio
Quilmes (Buenos Aires), 1 Jul. 10 (AICA)
Monseñor Stöcker, obispo de Quilmes
“Si bien la mayoría de los cristianos está llamada a la vida laical, como gente de la casa y del trabajo común, su seguimiento a Jesucristo, sin embargo, no puede ser entendido como de menor exigencia. El espíritu de la pobreza, de la castidad y de la humildad, con que el religioso anticipa de cierto modo ya la vida del cielo, vale para todos los estados de vida. Porque todos estamos llamados a un mismo destino”. Así lo expresó el obispo de Quilmes, monseñor Luis Stöckler, en su homilía dominical.

Al respecto, explicó que “un padre o una madre de familia, responsables de la educación de sus hijos, tienen que tener claro para qué les han dado la vida, y hacia dónde nos encaminamos. Un hombre o una mujer de empresa, para que su vida tenga sentido, debe descubrir su misión en el conjunto de la sociedad y asumir su responsabilidad por el bien común. Personas que se dedican a la investigación y la enseñanza no pueden desentenderse de la gente común y han de aportar sus conocimientos a su servicio” y subrayó: “No hay nadie que no tenga que entregar algo para el bien común. No hay una privacidad absoluta. Cada uno y cada una son también persona pública y llamados a dar con generosidad lo que han recibido de Dios. Es ésta la manera común de vivir el mandamiento del amor”.
En ese sentido, tras recordar que Jesús “no caminaba solo”, sino que formó alrededor suyo un grupo de discípulos e incluso llegaba a convocar a grandes muchedumbres, el obispo quilmeño advirtió que “los discípulos deben dar la cara, como su Maestro, porque su mensaje no es una cuestión privada sino que tiene como destinatario al pueblo. Esto nunca pierde su actualidad”.
Por ese motivo consideró que “lo que nosotros estamos presenciando en los últimos tiempos en nuestro parlamento, reclama la presencia de cristianos que decididamente protejan el matrimonio y la familia, y se opongan decididamente a la tergiversación de las pautas naturales y culturales que deben orientar la identificación sexual de nuestros niños y jóvenes”. Lo dijo porque “en la sesión del 14 de julio el Senado de la Nación se define sobre el proyecto de ley que trata el llamado matrimonio de personas del mismo sexo”.
Ante esta situación, el 13 de julio se realizará una movilización al Congreso, de la que participarán miembros de la Iglesia y también de otros credos cristianos y no cristianos, para reclamar a los legisladores que “escuchen también su voz antes de la votación del Proyecto de Ley”, y manifestó: “Como obispo de Quilmes doy todo mi apoyo a esta iniciativa, decididamente”.+

Texto completo de la homilía
DECIDIDAMENTE
Homilía de monseñor Luis T. Stöckler, obispo de Quilmes para el 13º domingo durante el del Año (27 de junio de 2010)

La misión pública de Jesús comprende en el evangelio de San Lucas tres partes. La primera se desarrolla en Galilea, la última en Jerusalén; y entre estas dos están los acontecimientos y enseñanzas que suceden en el camino hacia Jerusalén. Lo que acabamos de escuchar es el inicio de esta segunda parte: “Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén”. “Decididamente” dice el texto. Esta actitud exige Jesús también para su seguimiento. En aquel momento significaba esto compartir con él la precariedad de un itinerante que no sabía dónde reclinar a la noche su cabeza; prescindir de la cercanía y de los afectos de la familia y de la seguridad de un trabajo, y confiar sencillamente en lo que la providencia proporcionaba. Cuando el profeta Elías le echó su manto encima a Eliseo, le permitía que se despidiera antes de sus padres. Jesús era más exigente y advertía al que le pedía lo mismo, que quien mira atrás, no sirve para el Reino de Dios. Para el hombre de hoy que defiende su libertad por encima de todo, esta invasión en la privacidad de la persona parecería inaceptable. Por el otro lado, mujeres y hombres que viven con radicalidad las exigencias del evangelio, siguen animando, también hoy, a la imitación, como podemos ver en las miles de religiosas de la Madre Teresa de Calcuta que se dedican a los abandonados en todo el mundo.
Si bien la mayoría de los cristianos está llamada a la vida laical, como gente de la casa y del trabajo común, su seguimiento a Jesucristo, sin embargo, no puede ser entendido como de menor exigencia. El espíritu de la pobreza, de la castidad y de la humildad, con que el religioso anticipa de cierto modo ya la vida del cielo, vale para todos los estados de vida. Porque todos estamos llamados a un mismo destino. Un padre o una madre de familia, responsables de la educación de sus hijos, tienen que tener claro para qué les han dado la vida, y hacia dónde nos encaminamos. Un hombre o una mujer de empresa, para que su vida tenga sentido, deben descubrir su misión en el conjunto de la sociedad y asumir su responsabilidad por el bien común. Personas que se dedican a la investigación y la enseñanza no pueden desentenderse de la gente común y han de aportar sus conocimientos a su servicio. No hay nadie que no tenga que entregar algo para el bien común. No hay una privacidad absoluta. Cada uno y cada una son también persona pública y llamados a dar con generosidad lo que han recibido de Dios. Es ésta la manera común de vivir el mandamiento del amor. Decididamente deberíamos hacerlo, como Jesús, cuando sabía que se estaba cumpliendo el tiempo de su elevación al cielo.
Como podemos observar en el evangelio, Jesús no caminaba solo, sino formó alrededor suyo un grupo de discípulos a quienes enseñaba, y muchas veces convocaba grandes muchedumbres, a quienes manifestaba por su palabra y por los milagros que el Reino de Dios había llegado. Los discípulos deben dar la cara, como su Maestro, porque su mensaje no es una cuestión privada sino tiene como destinatario al pueblo. Esto nunca pierde su actualidad. Lo que nosotros estamos presenciando en los últimos tiempos en nuestro parlamento, reclama la presencia de cristianos que decididamente protejan el matrimonio y la familia, y se opongan decididamente a la tergiversación de las pautas naturales y culturales que deben orientar la identificación sexual de nuestros niños y jóvenes. En la sesión del 14 de julio el Senado de la Nación se define sobre el proyecto de ley que trata el llamado matrimonio de personas del mismo sexo. El Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal convoca en vísperas de esta sesión, o sea el 13 de julio, al pueblo cristiano a la Plaza de los Congresos en Buenos Aires, conjuntamente con otras organizaciones laicales y credos, bajo el lema “Queremos mamá y papá para nuestros hijos”. El motivo es que los legisladores escuchen también su voz antes de la votación del Proyecto de Ley. Como Obispo de Quilmes doy todo mi apoyo a esta iniciativa, decididamente.

Mons. Luis T. Stöckler, obispo de Quilmes

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