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martes, 28 de diciembre de 2010

LA PAZ DE BELEN NO ES UNA AFIRMACION SOBRE LA SEGURIDAD SOCIAL

La paz de Belén no es una afirmación sobre la seguridad social
Quilmes (Buenos Aires), 28 Dic. 10 (AICA)
Sagrada Familia de Nazaret
“La paz anunciada en Belén, evidentemente no es una afirmación sobre la seguridad social y la estabilidad política, ni del momento histórico de aquel entonces ni del momento actual. No hace falta el don de vidente para darse cuenta de las desigualdades y las violencias, en nuestro propio país, en nuestro continente y en la mayoría de los países en todo el mundo. Y no solamente en cuanto a lo social y lo político, sino tampoco con respecto a lo religioso mismo, la paz anunciada de Belén no significa ninguna garantía para los creyentes. Todo lo contrario, los cristianos son perseguidos en muchos países, hasta se les prohíbe celebrar la misa de Nochebuena”. Así lo expresó en su homila de la misa de Nochebuena el obispo de Quilmes, monseñor Luis Stockler.
 
También en América Latina “pasa esto, donde quieren neutralizar el mensaje de Jesucristo bajo el pretexto de ser instrumento de colonización de parte de la Iglesia o de ser una traba para los derechos del hombre y de la mujer”, lamentó.
“Sin embargo -explicó-, al recordar el nacimiento de Jesucristo, - porque de esto se trata en la fiesta de Navidad -, el contexto actual no solamente no nos desanima, sino, por lo contrario, nos confirma que estamos en la pista correcta; es decir, en lo que ha sucedido en el camino al mismo Señor, desde el comienzo hasta el final”.
En ese sentido señaló: “Tantas veces han tratado de despojar la Iglesia en los dos mil años de su existencia; y hemos salido fortalecidos de estas pruebas. Otras veces ha sido la iniciativa de figuras proféticas dentro de la misma Iglesia, que se inspiraron justamente en el Jesús pobre de Belén y Nazaret, y han renovado la vida de los creyentes y de la sociedad”. Por eso exhortó a los fieles a recibir “el testimonio de los que han visto y oído al Señor y nos lo han trasmitido”.
“Cuando contemplamos en Niño Jesús en la precariedad del pesebre, podemos descubrir cuánto Dios nos ama. Nos hace ver que la grandeza del hombre no está en la riqueza que podamos acumular sino en la que estamos dispuestos a compartir. Nos trasmite en su ternura, que el gozo verdadero no está en los placeres efímeros sino en la cercanía de los que nos aman, sobre todo si podemos contar con la amistad de los humildes, como Jesús a quien rodeaban la Virgen, San José y los pastores. Ésta es la paz que anunciaban los ángeles en Belén. Porque el que tiene el privilegio de tener a los pobres como amigos, éste sí, puede considerarse amado por Dios”, concluyó.+
 
Texto completo de la homilía
PAZ A LOS HOMBRES AMADOS POR ÉL
Homilía de monseñor Luis T. Stöckler, obispo de Quilmes para la Navidad (25 de diciembre de 2010)

La paz anunciada en Belén, evidentemente no es una afirmación sobre la seguridad social y la estabilidad política, ni del momento histórico de aquel entonces ni del momento actual. No hace falta el don de vidente para darse cuenta de las desigualdades y las violencias, en nuestro propio país, en nuestro continente y en la mayoría de los países en todo el mundo. Y no solamente en cuanto a lo social y lo político, sino tampoco con respecto a lo religioso mismo, la paz anunciada de Belén no significa ninguna garantía para los creyentes. Todo lo contrario, los cristianos son perseguidos en muchos países, hasta se les prohíbe celebrar la misa de Nochebuena como en el Irak, donde les dinamitaron, hace poco, la catedral. Y así en Nigeria, el Sudán, en Pakistán, en China y cerca de sesenta países más: Y hasta en nuestra querida América Latina pasa esto, donde quieren neutralizar el mensaje de Jesucristo bajo el pretexto de ser instrumento de colonización de parte de la Iglesia o de ser una traba para los derechos del hombre y de la mujer.
Sin embargo, al recordar el nacimiento de Jesucristo, - porque de esto se trata en la fiesta de Navidad -, el contexto actual no solamente no nos desanima, sino, por lo contrario, nos confirma que estamos en la pista correcta; es decir, en lo que ha sucedido en el camino al mismo Señor, desde el comienzo hasta el final. Tantas veces han tratado de despojar la Iglesia en los dos mil años de su existencia; y hemos salido fortalecidos de estas pruebas. Otras veces ha sido la iniciativa de figuras proféticas dentro de la misma Iglesia, que se inspiraron justamente en el Jesús pobre de Belén y Nazaret, y han renovado la vida de los creyentes y de la sociedad. La lista de los santos es interminable y permanentemente siguen agregándose más.
Por eso, mis queridos hermanos y hermanas, con los ojos y los oídos abiertos, recibamos el testimonio de los que han visto y oído al Señor y nos lo han trasmitido. Cuando contemplamos en Niño Jesús en la precariedad del pesebre, podemos descubrir cuánto Dios nos ama. Nos hace ver que la grandeza del hombre no está en la riqueza que podamos acumular sino en la que estamos dispuestos a compartir. Nos trasmite en su ternura, que el gozo verdadero no está en los placeres efímeros sino en la cercanía de los que nos aman, sobre todo si podemos contar con la amistad de los humildes, como Jesús a quien rodeaban la Virgen, San José y los pastores. Ésta es la paz que anunciaban los ángeles en Belén. Porque el que tiene el privilegio de tener a los pobres como amigos, éste sí, puede considerarse amado por Dios.
Recibamos ahora a Cristo, la Palabra eterna hecha carne, dejémonos transformar en Él y llevémoslo a nuestros hermanos para que sientan que es Navidad.

Mons. Luis T. Stöckler, obispo de Quilmes
AICA - Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente

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