Los que se pierden la película
27/07/10
Por Silvana Melo
(APe).- Tiene quince y los pantalones rotos por convicción. Una gorra hasta la nariz y unas zapatillas negras que le marcan el camino a la escuela donde se queda como de paso. Está al borde. Hace equilibrio por el cordón finito entre traspasar esa puerta o no aparecer más, que es apenas un detalle. Para él que tiene quince y para el sistema que no lo contiene ni lo seduce ni lo sale a buscar si no está.
El día de la película sólo espió las imágenes. Y después no pudo contar lo que vio. Es que no alcanzó a seguir los subtítulos. Pasaban demasiado rápido para él que no lee de corrido. Que llegó al Polimodal sin la fluidez de la lectura oral. Para él, que si se concentra en leer sin silabeo no comprende lo que dice, la película fue sólo una serie de fotografías rápidas, con bocas y gestos, pero sin palabras.
La educación le pasó como él por la escuela: un trámite. El es un trámite para el sistema. Un legajo incompleto, un papel que se pierde si él no ocupa el pupitre, un nombre que deserta y ya no es.
El informe de la Universidad de Cuyo, surgido de 200 alumnos entre 8 y 12 años no lo dejó solo en un futuro que lo condena a la retaguardia social: cuatro de cada diez chicos no comprenden lo que leen. “Se ha advertido que los sujetos muestran dificultades tanto en procesos de reconocimiento como de producción de palabras”, dice el estudio.
El, a los quince, milagrosamente incluido en el nivel Polimodal, es un analfabeto social. Tal vez la convicción de sus pantalones rotos y la gorra hasta la nariz sean un modo de asumirse afuera. De reconocerse trámite. Aunque aún no sepa que hay demasiada letra chica en la vida destinada a trampearlo, que habrá muchos subtítulos acelerados que le advierten de la estafa que nunca sabrá, que hay tanto para leer y comprender y analizar con juicio crítico para poder entrar en la jungla donde tanto monstruo ataca y muerde las yugulares de los pibes expulsados para dejarlos fuera de juego en el más crucial de los partidos.
Santiago del Estero, Misiones y Corrientes son los territorios que muestran los mayores índices de analfabetismo y deserción escolar. En un país donde se declama una educación igualitaria, que coloque a todos en la misma fila de largada, con las mismas oportunidades para llegar a la misma meta. Pero son demasiados los que inician la carrera desde kilómetros atrás. Con huesos y músculos débiles para aguantar. Con herramientas exiguas porque no les tocó en suerte en esta feria arbitraria el mejor de los entrenamientos.
Dice el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) que 720.000 chicos quedan fuera del sistema escolar. Y unos 730.000 mayores de quince años no saben leer ni escribir.
El, con sus zapatillas negras y su gorra hasta la nariz, es un privilegiado: llegó al Polimodal. Fue hasta la escuela todos los días suficientes como para ser un alumno regular. Es decir, que se ciñe a las reglas. Pero nadie le habló de la reciprocidad. Y de que él tiene el derecho de que su escuela también sea regular. En cualquier ciudad del interior quince cuadras de distancia descomprometen y descualifican. La educación es desigual en los arrabales y en el centro. Y rechaza al que intenta dejar el margen escolar para acceder a la calidad de los incluidos.
En Buenos Aires va a clase el 89,3 por ciento de los chicos en condiciones de cursar los primeros dos años de la escuela media obligatoria. En Misiones, el 56,4 por ciento; en Santiago del Estero, el 58,7 por ciento. Las diferencias son abismales. En calificación y en cuantía. De ese poco más de la mitad de pibes que logra llegar a la escuela media en Misiones, un gran porcentaje no comprenderá la película. No sabrá leer los subtítulos. No accederá a la letra chica. Será estafado de por vida. Sojuzgado. Marginado.
El CONICET extrae de los archivos cifras para abonar la inequidad: el 75% de los jóvenes de entre 15 y 21 años se encuentra en situación de riesgo educativo. Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones tienen el flaco privilegio del porcentaje general más alto de inasistencia escolar entre adolescentes: 28,29%. Pero este número se va al cielo cuando se trata de los más pobres: más del 43%. En capital, en cambio, donde dicen que atiende Dios pero con oficinas estratégicas en el centro, la inasistencia oscila entre el 10,9% entre los adolescentes no pobres y el 25,9% de los pibes pertenecientes a hogares bajo la línea de pobreza.
Al que le tocó nacer en Jujuy y engordar las anchas filas de los desventurados, tal vez hasta le hayan impuesto el reclutamiento en la policía infantil ideada en 1999 para resguardarlos de “la deserción escolar, las fugas del hogar, la integración de pandillas, la maternidad y paternidad precoz, el alcoholismo, la drogadicción, la vagancia y la mendicidad de menores”. Escuadrones de chicos de entre 5 y 16 años cargados al hombro del autoritarismo y jamás de la conciencia de un país al que hay que construir generoso con las mismas y luminosas parcelas para todos.
Ninguno de ellos, finalmente, entenderá la película. Ninguno logrará atrapar los subtítulos antes de que otro personaje irrumpa. Es que finalmente se perderán la historia. Su historia. La historia de todos.
Fuente de datos:
Diario MDZ, Mendoza 16-07-10 - Taringa! - El liberal, Santiago del Estero - Cippec.
Un mundo sin juguetes
28/07/10
Por Oscar Taffetani
(APe).- Alguna vez fue importante el horario de protección al menor. El mundo adulto pensaba que había cierto tipo de imágenes y situaciones (por ejemplo, escenas de tortura y sadismo, o escenas de sexo explícito) que podía tener un impacto negativo o producir efectos no deseados en los niños. Pero eso fue antes de la globalización televisiva (con satélites que trasmiten contenidos simultáneos para distintos husos horarios) y de la llegada de Internet (imperio en donde nunca se pone el sol). Por eso, aunque subsiste cierta letra (muerta) y ciertas (hilarantes) disposiciones sobre horarios de protección al menor, lo concreto es que hoy rige la máxima exposición, para todo el mundo, todo el tiempo. Así es el reinado del capital. Libro de quejas, a disposición del cliente.
Adiós a las armas (II)
Leemos en una nota de La Nación (12/7/2010) que “un proyecto de ley que analiza la Legislatura porteña establece que se prohíba en la Capital la fabricación, la distribución, el acopio y la comercialización de juguetes que sean réplicas de cualquier tipo de armamento real, tales como armas de fuego, armas blancas y cualquier otra que, por su uso, incite a la violencia”.
La acción de la norma se completaría con la creación de una comisión
(dependiente del Ministerio de Educación) que iniciaría la recuperación y destrucción de todo el armamento (de juguete) que sigue en poder de los niños, en el ámbito de la Capital Federal.
Probablemente, los diputados Claudio Presman y Rubén Campos -autores del proyecto- se inspiraron en una ley similar aprobada en México. Según leímos esta semana, la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal logró decomisar 2.933 juguetes bélicos “para la prevención de delitos cometidos con armas réplica” (El Universal, 22/7/2010).
Sin embargo, a pesar de la confiscación de armamento de juguete, el número de asesinatos violentos en México llegó a un récord el año pasado (5.637 casos) y lleva en lo que va de este año 7.000 muertes, que al decir de la policía están invariablemente ligadas al narcotráfico (se ve que el narcotráfico no usa armas-réplica para cometer sus crímenes).
Además -perdón por introducir el sentido común en nuestro análisis- los delitos cometidos con armas-réplica siempre serán menos ofensivos y con menos sangre que los delitos cometidos con armas de verdad. Deberían haber pensado en eso los legisladores porteños.
Piaget revisitado
Aunque las teorías de Jean Piaget, según los expertos, han sido superadas, quedan en el acervo educativo y pedagógico mundial algunas observaciones de campo (muchas de ellas, realizadas sobre sus propios hijos) y algunos valiosos estudios sobre la construcción de lo real en el niño. “Desde que nace -leemos en un manual- el niño interactúa con un mundo socialmente diseñado. La asistencia, los hábitos alimentarios, la vestimenta, la cuna, los primeros objetos que sostiene en sus manos, el lenguaje en que le hablan, le transmiten rasgos culturales particulares. El nexo entre la cultura y el niño son los distintos agentes socializadores: los padres, los adultos con los que interactúa, los docentes y también otros niños”.
Es justamente respondiendo a ese proceso de incorporación y construcción de lo real, que las fábricas de juguetes -especialmente, las de los siglos pasados- trataron de acompañar con sus productos el impulso infantil de imitar a los mayores. Por eso se fabricaban hogares de juguete y muñecas de juguete, para que las niñas fueran aprendiendo a ser “mamás”. Y también se fabricaban herramientas de juguete y armas de juguete, para que los varones jugaran a ser adultos.
En las familias obreras y campesinas -todavía hoy- los más pequeños utilizan cual juguetes las herramientas y enseres verdaderos que a diario emplean sus padres. Y pronto dejan de usarlas como juguetes, porque la vida misma les va haciendo quemar etapas.
Pero son también una realidad del siglo XXI la desocupación crónica, la lumpenización y la degradación de las personas que han sido expulsadas de la galaxia de la producción y el consumo. Preguntémonos, entonces, cómo será la cotidianidad de esos niños que -con Piaget o sin Piaget- deben abrirse paso en un territorio moralmente arrasado.
¿En qué consiste la imitación del trabajo cuando no hay trabajo? ¿En qué consiste la imitación de la familia cuando no hay familia? ¿Cuál vendría a ser la representación, la réplica de un arma, para ese niño que convive con las armas de verdad y la violencia de verdad, desde su primer balbuceo?
Mucho hay para trabajar, a nivel teórico, a nivel legislativo y a nivel social, sobre esos “contenidos” terribles que reciben cotidianamente nuestros niños, a uno y otro lado de la frontera social. Pero salir a decomisar armas de juguete es una burla. Y la contracara sangrienta de esa burla es el gatillo fácil de verdad, apuntando de verdad a la cabeza y el corazón de nuestros pibes.
Versos escritos… hoy
En un libro de mediados de los ’60 Juan Gelman incluye el poema “Juguetes”, del que aquí transcribimos un pasaje:
hoy compré una escopeta para mi hijo / hace ya tiempo que me la venía pidiendo / y comprendiendo mi hijo que no hay plata que alcance /
pero pidiéndola proponiendo los sitios de la cocina de la pieza / donde recién traída la escopeta esperaba / que él saliera del sueño donde estaba esperándola / para verla tocarla convertirla despuués en otro sueño
no para matar bichos o pájaros o arruinar las paredes las plantitas /
o bajar a la luna de su sitio lunar / no para esas pequeñas cosas molestas mi hijo quería su escopeta / y esta noche la traigo / y escribo para alertar al vecindario al mundo en general / porque qué haría la inocencia ahora que está armada…
Una década antes, Gelman había escrito el poema “Mujer encinta”, donde dialogaba con el hijo por nacer. Las preguntas y respuestas que formula el poeta, entendemos, no han perdido vigencia:
hijo mio ¿quién te escucha, quién / te espera? ¿Quién vela entre los hilos /
del lunes que vendrá o entre el oscuro / rumor del marzo aún no nacido o entre / las espirales ciegas de los días / que aún andan bajo tierra? // ¿Quién? // Están los hombres entre guerra y muerte. / Un viento de pistolas barre el mundo…
No llores por internet argentina
29/07/10
Por Afredo Grande
(APe).- Evidentemente, hay dos argentinas. La real, la mediática y la virtual. Perdón: parece que son tres. Mientras nos deleitábamos con los festejos de 200 años de gobierno patrio, abogados leguleyos de chilecito vendían en dólares lo que habían comprado en australes. O en pesos. Lo mesmo da. Debo aclarar que no entiendo que es “zona de procesamiento”. Lo último que dio en llamarse Proceso, fue una cacería nocturna y diurna contra los habitantes de estas tierras. No queda claro como se llegó a vender, aún en forma ilegal, lo que ahora se decide no inscribir. Naturalmente, es una estafa, que no debe ser fácil concretar sin algún tipo de guiño, mueca, signo gutural, dedos cruzados, o lo que sea, para esos advenedizos abogados.
Ver nota completa en el sitio original
El frío de la tardecita
26/07/10
Por Claudia Rafael
(APe).- Dicen los números en las estadísticas y en los diarios que cada vez se puede comprar menos. Los números de las estadísticas y los diarios son tan fríos como el frío de la tardecita, cuando la remera que no alcanza a tapar la panza y las zapatillas con ventanita en la punta llegan a los trotes, mojada de emociones, después de un picadito de potrero. Y la mesa de casa tiene tan poco como un matecocido que calienta pero no nutre y el pan vacío, tan lejanos, la taza y el pan, de los tiempos de la leche con cacao y la rodaja vestida de miel y manteca. Como supieron saborear otros tiempos de otro país. Pero no alcanza y la miel y la leche y el cacao son utopías en la mesa pobre. Porque los números en las estadísticas y en los diarios dejan de ser números y fríos cuando tienen cara y tienen huesos que duelen a la noche.
Ver nota completa en el sitio original
Si desea enviarnos un mensaje, puede hacerlo a
agenciapelota@pelotadetrapo.org.ar
27/07/10
Por Silvana Melo
(APe).- Tiene quince y los pantalones rotos por convicción. Una gorra hasta la nariz y unas zapatillas negras que le marcan el camino a la escuela donde se queda como de paso. Está al borde. Hace equilibrio por el cordón finito entre traspasar esa puerta o no aparecer más, que es apenas un detalle. Para él que tiene quince y para el sistema que no lo contiene ni lo seduce ni lo sale a buscar si no está.
El día de la película sólo espió las imágenes. Y después no pudo contar lo que vio. Es que no alcanzó a seguir los subtítulos. Pasaban demasiado rápido para él que no lee de corrido. Que llegó al Polimodal sin la fluidez de la lectura oral. Para él, que si se concentra en leer sin silabeo no comprende lo que dice, la película fue sólo una serie de fotografías rápidas, con bocas y gestos, pero sin palabras.
La educación le pasó como él por la escuela: un trámite. El es un trámite para el sistema. Un legajo incompleto, un papel que se pierde si él no ocupa el pupitre, un nombre que deserta y ya no es.
El informe de la Universidad de Cuyo, surgido de 200 alumnos entre 8 y 12 años no lo dejó solo en un futuro que lo condena a la retaguardia social: cuatro de cada diez chicos no comprenden lo que leen. “Se ha advertido que los sujetos muestran dificultades tanto en procesos de reconocimiento como de producción de palabras”, dice el estudio.
El, a los quince, milagrosamente incluido en el nivel Polimodal, es un analfabeto social. Tal vez la convicción de sus pantalones rotos y la gorra hasta la nariz sean un modo de asumirse afuera. De reconocerse trámite. Aunque aún no sepa que hay demasiada letra chica en la vida destinada a trampearlo, que habrá muchos subtítulos acelerados que le advierten de la estafa que nunca sabrá, que hay tanto para leer y comprender y analizar con juicio crítico para poder entrar en la jungla donde tanto monstruo ataca y muerde las yugulares de los pibes expulsados para dejarlos fuera de juego en el más crucial de los partidos.
Santiago del Estero, Misiones y Corrientes son los territorios que muestran los mayores índices de analfabetismo y deserción escolar. En un país donde se declama una educación igualitaria, que coloque a todos en la misma fila de largada, con las mismas oportunidades para llegar a la misma meta. Pero son demasiados los que inician la carrera desde kilómetros atrás. Con huesos y músculos débiles para aguantar. Con herramientas exiguas porque no les tocó en suerte en esta feria arbitraria el mejor de los entrenamientos.
Dice el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) que 720.000 chicos quedan fuera del sistema escolar. Y unos 730.000 mayores de quince años no saben leer ni escribir.
El, con sus zapatillas negras y su gorra hasta la nariz, es un privilegiado: llegó al Polimodal. Fue hasta la escuela todos los días suficientes como para ser un alumno regular. Es decir, que se ciñe a las reglas. Pero nadie le habló de la reciprocidad. Y de que él tiene el derecho de que su escuela también sea regular. En cualquier ciudad del interior quince cuadras de distancia descomprometen y descualifican. La educación es desigual en los arrabales y en el centro. Y rechaza al que intenta dejar el margen escolar para acceder a la calidad de los incluidos.
En Buenos Aires va a clase el 89,3 por ciento de los chicos en condiciones de cursar los primeros dos años de la escuela media obligatoria. En Misiones, el 56,4 por ciento; en Santiago del Estero, el 58,7 por ciento. Las diferencias son abismales. En calificación y en cuantía. De ese poco más de la mitad de pibes que logra llegar a la escuela media en Misiones, un gran porcentaje no comprenderá la película. No sabrá leer los subtítulos. No accederá a la letra chica. Será estafado de por vida. Sojuzgado. Marginado.
El CONICET extrae de los archivos cifras para abonar la inequidad: el 75% de los jóvenes de entre 15 y 21 años se encuentra en situación de riesgo educativo. Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones tienen el flaco privilegio del porcentaje general más alto de inasistencia escolar entre adolescentes: 28,29%. Pero este número se va al cielo cuando se trata de los más pobres: más del 43%. En capital, en cambio, donde dicen que atiende Dios pero con oficinas estratégicas en el centro, la inasistencia oscila entre el 10,9% entre los adolescentes no pobres y el 25,9% de los pibes pertenecientes a hogares bajo la línea de pobreza.
Al que le tocó nacer en Jujuy y engordar las anchas filas de los desventurados, tal vez hasta le hayan impuesto el reclutamiento en la policía infantil ideada en 1999 para resguardarlos de “la deserción escolar, las fugas del hogar, la integración de pandillas, la maternidad y paternidad precoz, el alcoholismo, la drogadicción, la vagancia y la mendicidad de menores”. Escuadrones de chicos de entre 5 y 16 años cargados al hombro del autoritarismo y jamás de la conciencia de un país al que hay que construir generoso con las mismas y luminosas parcelas para todos.
Ninguno de ellos, finalmente, entenderá la película. Ninguno logrará atrapar los subtítulos antes de que otro personaje irrumpa. Es que finalmente se perderán la historia. Su historia. La historia de todos.
Fuente de datos:
Diario MDZ, Mendoza 16-07-10 - Taringa! - El liberal, Santiago del Estero - Cippec.
Un mundo sin juguetes
28/07/10
Por Oscar Taffetani
(APe).- Alguna vez fue importante el horario de protección al menor. El mundo adulto pensaba que había cierto tipo de imágenes y situaciones (por ejemplo, escenas de tortura y sadismo, o escenas de sexo explícito) que podía tener un impacto negativo o producir efectos no deseados en los niños. Pero eso fue antes de la globalización televisiva (con satélites que trasmiten contenidos simultáneos para distintos husos horarios) y de la llegada de Internet (imperio en donde nunca se pone el sol). Por eso, aunque subsiste cierta letra (muerta) y ciertas (hilarantes) disposiciones sobre horarios de protección al menor, lo concreto es que hoy rige la máxima exposición, para todo el mundo, todo el tiempo. Así es el reinado del capital. Libro de quejas, a disposición del cliente.
Adiós a las armas (II)
Leemos en una nota de La Nación (12/7/2010) que “un proyecto de ley que analiza la Legislatura porteña establece que se prohíba en la Capital la fabricación, la distribución, el acopio y la comercialización de juguetes que sean réplicas de cualquier tipo de armamento real, tales como armas de fuego, armas blancas y cualquier otra que, por su uso, incite a la violencia”.
La acción de la norma se completaría con la creación de una comisión
(dependiente del Ministerio de Educación) que iniciaría la recuperación y destrucción de todo el armamento (de juguete) que sigue en poder de los niños, en el ámbito de la Capital Federal.
Probablemente, los diputados Claudio Presman y Rubén Campos -autores del proyecto- se inspiraron en una ley similar aprobada en México. Según leímos esta semana, la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal logró decomisar 2.933 juguetes bélicos “para la prevención de delitos cometidos con armas réplica” (El Universal, 22/7/2010).
Sin embargo, a pesar de la confiscación de armamento de juguete, el número de asesinatos violentos en México llegó a un récord el año pasado (5.637 casos) y lleva en lo que va de este año 7.000 muertes, que al decir de la policía están invariablemente ligadas al narcotráfico (se ve que el narcotráfico no usa armas-réplica para cometer sus crímenes).
Además -perdón por introducir el sentido común en nuestro análisis- los delitos cometidos con armas-réplica siempre serán menos ofensivos y con menos sangre que los delitos cometidos con armas de verdad. Deberían haber pensado en eso los legisladores porteños.
Piaget revisitado
Aunque las teorías de Jean Piaget, según los expertos, han sido superadas, quedan en el acervo educativo y pedagógico mundial algunas observaciones de campo (muchas de ellas, realizadas sobre sus propios hijos) y algunos valiosos estudios sobre la construcción de lo real en el niño. “Desde que nace -leemos en un manual- el niño interactúa con un mundo socialmente diseñado. La asistencia, los hábitos alimentarios, la vestimenta, la cuna, los primeros objetos que sostiene en sus manos, el lenguaje en que le hablan, le transmiten rasgos culturales particulares. El nexo entre la cultura y el niño son los distintos agentes socializadores: los padres, los adultos con los que interactúa, los docentes y también otros niños”.
Es justamente respondiendo a ese proceso de incorporación y construcción de lo real, que las fábricas de juguetes -especialmente, las de los siglos pasados- trataron de acompañar con sus productos el impulso infantil de imitar a los mayores. Por eso se fabricaban hogares de juguete y muñecas de juguete, para que las niñas fueran aprendiendo a ser “mamás”. Y también se fabricaban herramientas de juguete y armas de juguete, para que los varones jugaran a ser adultos.
En las familias obreras y campesinas -todavía hoy- los más pequeños utilizan cual juguetes las herramientas y enseres verdaderos que a diario emplean sus padres. Y pronto dejan de usarlas como juguetes, porque la vida misma les va haciendo quemar etapas.
Pero son también una realidad del siglo XXI la desocupación crónica, la lumpenización y la degradación de las personas que han sido expulsadas de la galaxia de la producción y el consumo. Preguntémonos, entonces, cómo será la cotidianidad de esos niños que -con Piaget o sin Piaget- deben abrirse paso en un territorio moralmente arrasado.
¿En qué consiste la imitación del trabajo cuando no hay trabajo? ¿En qué consiste la imitación de la familia cuando no hay familia? ¿Cuál vendría a ser la representación, la réplica de un arma, para ese niño que convive con las armas de verdad y la violencia de verdad, desde su primer balbuceo?
Mucho hay para trabajar, a nivel teórico, a nivel legislativo y a nivel social, sobre esos “contenidos” terribles que reciben cotidianamente nuestros niños, a uno y otro lado de la frontera social. Pero salir a decomisar armas de juguete es una burla. Y la contracara sangrienta de esa burla es el gatillo fácil de verdad, apuntando de verdad a la cabeza y el corazón de nuestros pibes.
Versos escritos… hoy
En un libro de mediados de los ’60 Juan Gelman incluye el poema “Juguetes”, del que aquí transcribimos un pasaje:
hoy compré una escopeta para mi hijo / hace ya tiempo que me la venía pidiendo / y comprendiendo mi hijo que no hay plata que alcance /
pero pidiéndola proponiendo los sitios de la cocina de la pieza / donde recién traída la escopeta esperaba / que él saliera del sueño donde estaba esperándola / para verla tocarla convertirla despuués en otro sueño
no para matar bichos o pájaros o arruinar las paredes las plantitas /
o bajar a la luna de su sitio lunar / no para esas pequeñas cosas molestas mi hijo quería su escopeta / y esta noche la traigo / y escribo para alertar al vecindario al mundo en general / porque qué haría la inocencia ahora que está armada…
Una década antes, Gelman había escrito el poema “Mujer encinta”, donde dialogaba con el hijo por nacer. Las preguntas y respuestas que formula el poeta, entendemos, no han perdido vigencia:
hijo mio ¿quién te escucha, quién / te espera? ¿Quién vela entre los hilos /
del lunes que vendrá o entre el oscuro / rumor del marzo aún no nacido o entre / las espirales ciegas de los días / que aún andan bajo tierra? // ¿Quién? // Están los hombres entre guerra y muerte. / Un viento de pistolas barre el mundo…
No llores por internet argentina
29/07/10
Por Afredo Grande
(APe).- Evidentemente, hay dos argentinas. La real, la mediática y la virtual. Perdón: parece que son tres. Mientras nos deleitábamos con los festejos de 200 años de gobierno patrio, abogados leguleyos de chilecito vendían en dólares lo que habían comprado en australes. O en pesos. Lo mesmo da. Debo aclarar que no entiendo que es “zona de procesamiento”. Lo último que dio en llamarse Proceso, fue una cacería nocturna y diurna contra los habitantes de estas tierras. No queda claro como se llegó a vender, aún en forma ilegal, lo que ahora se decide no inscribir. Naturalmente, es una estafa, que no debe ser fácil concretar sin algún tipo de guiño, mueca, signo gutural, dedos cruzados, o lo que sea, para esos advenedizos abogados.
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El frío de la tardecita
26/07/10
Por Claudia Rafael
(APe).- Dicen los números en las estadísticas y en los diarios que cada vez se puede comprar menos. Los números de las estadísticas y los diarios son tan fríos como el frío de la tardecita, cuando la remera que no alcanza a tapar la panza y las zapatillas con ventanita en la punta llegan a los trotes, mojada de emociones, después de un picadito de potrero. Y la mesa de casa tiene tan poco como un matecocido que calienta pero no nutre y el pan vacío, tan lejanos, la taza y el pan, de los tiempos de la leche con cacao y la rodaja vestida de miel y manteca. Como supieron saborear otros tiempos de otro país. Pero no alcanza y la miel y la leche y el cacao son utopías en la mesa pobre. Porque los números en las estadísticas y en los diarios dejan de ser números y fríos cuando tienen cara y tienen huesos que duelen a la noche.
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